jueves, 13 de diciembre de 2012

Sueños rotos


Una mujer con prisas

Su nombre es Celia, va camino de dejar a su hija en la escuela. Llega tarde y conduce a toda prisa. Piensa en las tareas que le esperan al llegar a casa, son  las mismas de todos los días, las de una ama de casa que no tiene vida propia.
La monotonía la agobia, nota que se ahoga, que le faltan horas al reloj, que no llegará.

A menudo se refugia en sus sueños, esos que no ha podido cumplir. Cuando terminó su carrera, su aspiración era la de convertirse en guía turística. Eso le habría permitido viajar por todo el mundo, su gran pasión. Pero un embarazo no esperado truncó sus sueños, obligándola a casarse repentinamente y sin apenas haber comenzado a vivir.

En su matrimonio siente que ya no es feliz, que ya no está enamorada y que quizás nunca lo estuvo. Disimula por su hija que no pasa nada, pero en el fondo de su corazón sabe que su niña es una víctima de sus errores y desea darle una vida más feliz. Tiene pendiente acabar con la farsa en la que se ha convertido su matrimonio y empezar una nueva vida donde poder cumplir sus sueños.

Mientras conduce despistada divagando en sus pensamientos, su coche llega a un paso de peatones. Una chica que camina veloz lo atraviesa sin mirar y Celia no puede parar. Los frenos de su viejo coche no le responden y en milésimas de segundo, el presentimiento de que todo acabará en un trágico final se apodera de ella. Celia mira por el retrovisor y su mirada se funde con la de su niña; es una mirada de dolor, de intenso amor, de despedida.







Un niña con miedo

Se llama Ana, tiene ocho años y tiene miedo de que sus padres se separen. En su casa todo es tristeza y el silencio que la inunda solo se rompe con las frecuentes discusiones, resultado del  desamor que éstos se prodigan.

Ana pasa muchas horas en la soledad  de su cuarto, leyendo o imaginando otra vida en la que sus padres se quieren, no discuten y le muestran su cariño. Sueña que está de vacaciones permanentes, que por fin llega un hermanito, y que juntos pasean agarrados de la mano por la playa en los días de primavera, cuando el sol empieza a calentar.

­–¡¡¡Mamá cuidado!!! –Ana avisa a su madre; una chica está cruzando la carretera y ésta parece no haberla visto. Todo sucede rápido, un mal sueño del que Ana quisiera despertar. A través del retrovisor, las miradas de ambas se funden y se dicen lo que nunca se dijeron. Es una mirada llena de amor y de arrepentimiento por el tiempo perdido.

En ese momento unas lágrimas de dolor emergen desde fondo de sus almas, para quedar cristalizadas para siempre en sus ojos.
Al momento todo es silencio.








La chica de la mirada triste

Candela camina con prisas camino de su trabajo. Hoy se ha entretenido más de la cuenta y va un poco justa; sus pies apenas tocan el suelo, parece que vuela.

En su cara lleva dibujada la tristeza, ha perdido las ilusiones que un día tuvo. Todos sus proyectos por una u otra razón acaban siempre en el olvido.

Su vida no le gusta, su imaginación vuela a menudo hacia sus sueños y allí construye una nueva vida que la llena de felicidad.

Se imaginaba a si misma regentando un café; un lugar para desayunos y meriendas.
Tenía hasta la decoración elegida: las paredes serían  de madera blanca, suelo adamascado en blanco y negro. Con la cocina al fondo y una gran barra presidiendo el gran comedor con mesas redondas y cuadradas de diversa capacidad. Incluso pondría dos sillones orejeros que recordarían el rinconcito de lectura de la sala de estar de la abuela, con una tenue iluminación e hilo musical bajito.

En su ilusión es  feliz,  se imagina charlando animadamente con los clientes y haciéndolos participes a todos de su felicidad. Todos querrían volver, cada mañana, tarde o noche a aquel lugar, tan acogedor. Ya tenía hasta el nombre pensado “El sueño de Candela”.

Mientras camina despistada, cruza la calle sin mirar inmersa en sus sueños. En su rostro se dibuja una sonrisa, será la última sonrisa para Candela. Un fuerte impacto contra su cuerpo y segundos después el cuerpo sin vida de Candela yace tendido en la cuneta.







Sin frenos por la vida

Que tiempos aquellos en los que Juan me conducía por la vida; sin prisas, suave. Me cuidaba como a uno más de sus hijos, siempre estaba reluciente y en perfecto estado. Yo a cambio llevaba a Juan, Rosa y a sus tres niños,  Juanito,  Luisito y Celia a donde ellos me pedían. Viajábamos por la vida felices. Todo era perfecto. Juan era mecánico en un taller, Rosa trabajaba en casa, hacía arreglos de costura para una tienda del barrio. Los niños crecían con la felicidad y el amor de sus padres. Cuando llegaba el verano, todos nos preparábamos para partir de vacaciones, todo eran cánticos y alegría hasta llegar a nuestro destino.

La vida fue pasando, pero todo dio un giro inesperado cuando Rosa enfermó de una terrible enfermedad, pocos meses después  falleció. Estos acontecimientos  sumieron a toda la familia en una tristeza permanente, sus caracteres se agriaron e inevitablemente los desunió como familia. Juan y Luis fueron los primeros en abandonar la casa, se casaron y marcharon a vivir lejos.


Celia vivió con su padre unos años más, pero también marchó pues tuvo que casarse precipitadamente al quedarse embarazada. 


Juan se quedó solo, ya no me cuidaba y yo me fui convirtiendo en una chatarra. Pasaron los años y al fallecer también mi querido Juan, Celia se hizo cargo de mí. Yo era el único vinculo que tenía con su infancia y sentía que si me recuperaba, también recuperaría lo feliz que fue en su niñez.


Pero Celia, ya no tenía esperanzas y, poco a poco, fui envejeciendo también. Tenía muchos achaques por los años y los pocos cuidados que recibía y así llegamos hasta  el día de hoy. Voy sin frenos hacia un final anunciado, en el que todo acabará para siempre.

Soy un modelo SEAT 124 color beis, ya poco queda de mi chapa brillante de antaño, ahora luzco el robín de los años que me causa la humedad de ésta ciudad.

Hoy siento que éste paseo será el último y que con el arrastraré  tres vidas a su fin, para convertir sus sueños, en sueños rotos.





viernes, 30 de noviembre de 2012

Viajando por el mundo, alegrando mi paladar...

Me gusta viajar, cambiar de aires de vez en cuando me da la vida...


Mi alma es nómada, lo descubrí en mi primer vuelo. Sentí una serie de sensaciones que hacen que cuando llevo tiempo sin hacerlo me lleven a una especie de limbo del que no puedo salir.
Me imagino viajando por el mundo, viviendo en sitios diferentes, sin preocupaciones, sin ataduras, sin miedo a vivir...

De todos mis viajes, guardo muy buenos recuerdos y todos están ilustrados con alguna fotografía que llena de recuerdos y sabores mi paladar...






Puerto Iguazú, Argentina






De pinchos por Buenos Aires



El Bolsón, Argentina
El Chantén, Argentina

El alioli de "la Cervecería"
Rico, rico

jueves, 29 de noviembre de 2012

"La Bella Lola"

“La Bella Lola” Tiene nueve años, es de complexión fuerte y robusta, sus ojos brillantes y expresivos, su pelo liso y brillante. Es la belleza del barrio, bien conocida y nombrada por todos los vecinos que habitan en el. Cada mañana espera su desayuno con ansiedad, pero antes ha recibido su preciado, tentempié, un piquito de pan y su mini tazón de leche fresca, es su delirio!!!

 Es fiel por naturaleza, sociable, dulce y cariñosa. Algo testadura, a veces hace caso omiso y se comporta como un caballo desbocado. Es muy activa y siempre está dispuesta a disfrutar de todo lo bueno de la vida, caminar sin prisas, correr, jugar, los paseos por el campo descubrir olores nuevos, bañarse en ríos, playas, lagos, embalses y alguna que otra charca…

 Pero donde realmente disfruta es en la alta montaña, buscando nuevos olores, escalando hacía ellos cual cabra montañesa. Cuando quiere tranquilidad y recuperar sus fuerzas busca un prado de rica y fresca hierba recién cortada para tumbarse al sol y dejarse acariciar por sus rayos y la suave brisa. Transmite calma verla así de feliz, estirada con sus ojos cerrados y dormitando placidamente.

 Le gustan los buenos manjares, el jamoncito recién cortado, los redondos rustidos, gambas a la lima, el pan… Se come las barras de cuarto dobladas, aprovechando cualquier despiste de sus mayores, porque eso si!! es un poco “choriza” y se las ingenia para mangar todo lo que puede.

Se ha hecho experta en abrir hornos e inspeccionar si alguien dejó comida preparada en el. Es una aficionada en las tareas del reciclado. En cuanto puede, hace muestra de su habilidad, es su adicción particular. Siempre que puede intenta revisar si alguien tiró algo todavía comestible, para ello no duda en revisar la bolsa de basura en cuestión y distribuir hábilmente por todo su hogar lo que va encontrando a su paso, relamiendo por aquí y por allá sin olvidar ni un átomo aprovechable para su estomago.

 Le encantan las fiestas y celebraciones, se mueve al compás de la música y es entonces cuando más se le abre el apetito, ahí es para temerla, porque se la puede ver como se pasea cerca de los platos del picoteo normal en estos tipos de celebraciones, esperando algún descuido para lanzarse al plato de algún despistado comensal y succionarlo en cuestión de segundos, incluso a su temprana edad ha probado alguna que otra cervecita!!!

 Pese a todas estas trastadas, se hace de querer, es imposible regañarla, cuando sabe que su comportamiento no ha sido el adecuado, te mira con su carita de no haber roto un plato, se acerca poco a poco y te pide perdón sin hacer falta mediar ninguna palabra .

 Por la noche duerme en su camita pegada a la cama grande de la casa, se mueve y sueña mucho durante toda la noche, soltando de vez en cuando algún que otro sonido incomprensible, parece que estuviera reviviendo cada momento del día, volviendo a disfrutar de el.

 A media noche aprovechando el sueño profundo de sus compañeros de piso, se cuela sigilosamente entre las sábanas y se acurruca como un bebe buscando el pecho caliente de la que cree es su madre, le encanta ese momento y no puede reprimir un suspiro de bienestar.

 La Bella Lola tiene nueve años, es feliz y hace feliz a los que la acompañan, si en algún momento de tu vida te encuentras con ella, deja que se acerque a ti, rozará suavemente tu piel con su húmeda y fría naricita, te adoptará en su manada y caminará por siempre a tu lado por éste paseo que es la vida…